¿Por qué votar en Dilma?
Quién duda de la capacidad de la derecha en maniobrar el proceso electoral brasileño e imponer sus objetivos inmediatos y futuros a la clase trabajadora y el pueblo pobre en general en nuestro país, que tome sus propias lecciones de esa primera vuelta de las elecciones presidenciales. Las cifras son muy visibles. Del un total de 135.804.433 electores: un 81,88% fueron a la urnas y un 18,12% se abstuvieron; de los votantes un 8,64 % votó en blanco o nulo, Dilma Rousseff (PT) obtuvo un 46,91% de los votos válidos, José Serra (PSDB) un 32,61% y Marina Silva (PV) un 19,33%; un 1,15% votaron en los demás candidatos. ¿Cuál es la conclusión que se toma de todo esto? Primero, la derecha a través de su nueva cara hegemonizada por el PSDB, que concentró sus votos en la candidatura de José Serra. La izquierda institucional, del PT al PCO, se dividió a pesar de la clara hegemonía del Partido de los Trabajadores, y gracias a esa división, hizo crecer el bloque de la izquierda institucional oportunista. Conclusión: la derecha usó la izquierda oportunista para llegar la segunda vuelta, amenazando regresar a Brasil, en especial, a su pueblo trabajador y humilde de vuelta a las mismas condiciones de vida en el tiempo del gobierno de Fernando Henrique Cardoso, con el agravante de la idea aventurera de iniciar una escalada de agresión a los países hermanos de Latinoamérica que en la actual coyuntura mundial y continental avanzan en la lucha contra el imperialismo, en especial de los Estados Unidos, rumbo a su liberación. Por lo tanto, el regreso al modelo FHC y pro imperialista representado por Serra exige del pueblo brasileño un rotundo No en esta segunda vuelta electoral.
Por otro lado, la izquierda oportunista, que creció en la representación mímica de Marina Silva y del PV, conduciendo el proceso electoral brasileño a la dramática amenaza del retroceso de sus conquistas , debería recibir una lección histórica tal vez en la misma intensidad a que recibió Heloísa Helena en el proceso electoral anterior, por fin, el recado que el pueblo paulista mandó al Congreso al elegir el payaso Tiririca, Don Francisco Everardo Oliveira Silva, indica una conciencia en torno al que representa la gran mayoría en esta instancia de poder en el país, pero, aún no comprendió que en otras instancias, tales como al nivel ejecutivo: alcaldes, gobernadores y Presidencia de la República también se presenta la misma imagen en el sentido en que su presencia en el proceso electoral tiene por objetivo el entretenimiento del pueblo para que el proceso real transcurra de acuerdo con los objetivos de las clases dominantes del país, o sea, las viejas oligarquías de cara nueva. Quién se ilusionó con la imagen producida de la candidata Marina Silva, que destacaba el hecho de que “no sabía leer, ni escribir ya en la fase adulta” y se presentaba como persona humilde, y enseguida se presentaba como grande pensadora estratégica de un modelo auto sostenible e integrado en un pensamiento de totalidad del desarrollo brasileño, no hizo más que creer en el Tiririca, en el sentido de la representación, la diferencia está sólo en el significado real de las proposiciones. Mientras Tiririca presentaba su plataforma sintetizada en la frase “peor de lo que está no queda”, Marina, con todo su tono de seriedad, sufrimiento y llamamiento a dios, a los votos de los evangélicos, presentaba su gran modelo de pensamiento integral de desarrollo auto sostenible en Brasil sobre el mismo principio: daré continuidad al PAC, al Bolsa Familia, Minha Casa, Minha Vida, las obras de infraestructura, la estabilidad económica, o sea, 'peor de lo que está no queda'.
¿Cuál es la diferencia entre Marina Silva y Tiririca en términos de plataforma presentada en las elecciones? En cuanto a su conciencia de este papel, se pregunta: ¿Como alguien que renunció a enfrentar los latifundios y al agronegocio, en el Ministerio de Medio Ambiente en el gobierno de Lula, y toda su administración se resumió a la prisiones de “pobres diablos”, que en la lucha por la supervivencia se lanzan en la utilización inconsciente de pequeñas posesiones de tierra, explotación de la fauna, flora y mar? Además, administración también llena de escándalos de corrupción en el IBAMA, como el caso del director ejecutivo Marcílio Monteiro, en Belém do Pará, indicado como jefe de la pandilla que negociaba la deforestación criminal de la Amazonia. ¿Cómo puede con sinceridad presentar su idea de modelo sostenible en una sociedad cuyas relaciones de producción combinan la acumulación primitiva con la explotación formal y real del trabajo al capital? ¿Quién puede creer que la explotación del agronegocio, con el latifundio y el minifundio puede dar lugar a un modelo auto sostenible integrado al desarrollo económico y al medio ambiente, dirigidos a los intereses de la gran mayoría del pueblo brasileño?
¿Quién puede creer que este nivel de explotación del campo, en términos agrícolas, que es subordinado totalmente al proceso industrial de las ciudades, en especial, la industria paulista, que ambas permitirían tal modelo? ¿Y aún, quien podría imaginar que la gran industria en Brasil y en el agronegócio, entrelazado y asociado con las grandes empresas y los monopolios industriales, comerciales y financieros de las oligarquías internacionales permitirían este modelo de desarrollo integral, estratégico y auto sostenible presentado por la grande pensadora estratégica Marina Silva? La pregunta aquí es: ¿somos todos Tiriricas?
El examen consciente de las proposiciones efectuadas por la izquierda oportunista pintada de verde es que no pasan de un espectáculo ilusorio, que sólo existe en el show de las cámaras de los medios nazifascistas con un cambio de vestimenta, closes y efectos especiales propios del espectáculo electoral y del debate manipulado. Todos los debates televisivos en la primera vuelta nada tuvieron de democrático, se trataba de un debate de 3 contra 1, pues en una poca cantidad de tiempo entre los candidatos era, para cada 1 hora de debate, 15 minutos eran para Dilma, y 45 minutos eran en contra de ella. Nos vamos a eximir de hacer consideraciones sobre el discurso de Plínio de Arruda Sampaio, que por analogía al discurso de Marina Silva, se presentó más cínicamente pues si el modelo auto sostenible 'a los moldes de Noruega' es imposible frente a las relaciones de producción capitalista en el país, pero inimaginable es un modelo socialista contra el capital. La palabra concedida a Plínio de Arruda Sampaio sólo fue permitida por los medios nazifascistas por su origen de clase en las familias cuatrocentistas paulistanas, pues así como Eduardo Suplicy, funciona como un rebelde que no sale de la adolescencia pero que debe ser tolerado.
Serra en su discurso de conmemoración del éxito estratégico de usar a Marina y a Plínio para llegar la segunda vuelta, justificó: “vamos a vencer las elecciones por nuestras tradiciones y creencias, por nuestras familias, por nuestros hijos y por nuestros nietos, por el Brasil verde y amarillo”. Y cínicamente comenzó su discurso diciendo que sólo tenía una cara; el joven radical de la izquierda católica es ahora el radical de la derecha católica, en la más completa sintonía con la organización Trabajo, Familia y Propiedad y a la Opus Dei. En realidad, el concepto de 'cara' utilizado por Serra debe ser entendido en la lógica hegeliana: antes la cara de la izquierda católica, ahora la cara de la derecha católica y al fin, al medio y al cabo la unidad de la caradura en afirmar que tenía una única cara, cuando se sabe que ella personifica muchos contenidos y significados distintos, o sea, el agronegócio, los monopolios industriales, las oligarquías financieras, en síntesis, la cara del capital.
¿Por qué votar en Dilma? Dilma Roussef aunque haya adaptado sus ideas de transformación brasileña de acuerdo con la nueva situación vivida por el país, frente a la actual correlación de fuerzas y desarrollo de la conciencia revolucionaria del pueblo brasileño, por su trayectoria de vida, de origen humilde y revolucionaria, llegó al límite máximo de moral e idealismo revolucionario combatiendo con armas la dictadura militar del capital en Brasil. Fue detenida y torturada, sobrevivió y ha sido coherente con sus posiciones hasta los días de hoy; su pasaje por el PDT en los tiempos de liderazgo de Leonel Brizola se produjo por una posición política adoptada por una parte del egreso grupo de izquierda liderado por Carlos Lamarca, cuyo análisis de los cambios de la realidad mundial y de Brasil comprendía el espacio para la construcción de un partido de masas capaz de asegurar la democracia en el país y el conjunto de libertades contenidas en ese concepto que propiciara el desarrollo del país, permitiendo que el pueblo trabajador saliera de las amarras de la opresión, de la miseria absoluta, y de la situación extrema de analfabetismo, fortaleciendo su conciencia y acumulación de fuerzas para un posterior momento de luchas y transformaciones más decisivas rumbo a su liberación. La muerte de Brizola y la estructura orgánica de los cuadros del PDT – como proyecto político – se rompieron sobre el fenómeno político del surgimiento del liderazgo de Lula y del Partido de los Trabajadores. Su pasaje a esta organización partidaria constituyó una posición coherente con su objetivos históricamente asumidos con el pueblo brasileño. Su formación política y técnica se dio en el curso de la lucha sin abandonar sus puntos de vista y sufriendo todas las discriminaciones relativas a la mujer de izquierda y ex guerrillera. En el PT, con la victoria de Lula, asumió responsabilidades en ministerios que necesitaron de visión estratégica, técnica y política, como ministra de Minas y Energías y posteriormente como ministra de la Casa Civil; ministerio profundamente sacudido moralmente por los escándalos de corrupción y el show de los medios nazifascistas. Su carácter al frente de la Casa Civil superó a todo el proceso desmoralizante al que José Dirceu la sucumbió; promovió de forma clara la moralización de toda la estructura administrativa. Asumió tareas especiales de los grandes programas dirigidos directamente para sus objetivos y compromisos asumidos con el pueblo brasileño: el empleo y desarrollo económico a través de la construcción de viviendas para el pueblo pobre y otras obras de infraestructura, manteniendo la gestión estratégica de energía en el país, traducidas en el fuerte desempeño y prestigio alcanzados por Petrobras. Sin duda, Dilma en el gobierno de Lula fue el contrapeso consciente a las contradicciones de una administración que hereda la estructura de los cuadros de FHC, del compadreo coronelista del periodo de la dictadura militar en el país. Y que frente a todo esto, hizo valer su integridad moral y respeto a los compromisos que desde pronto asumió en su militancia.
Votar en Dilma no es sólo asegurar las mínimas conquistas en este periodo de 8 años de mandatos consecutivos de Lula, pero la certeza de la continuidad del camino democrático del país, su relación de respeto político con los demás países de Latinoamérica y no permitir el retroceso y la aventura imperialista de las oligarquías, que dominan la economía y las estructuras arcaicas de la sociedad. Es garantizar la continuidad de la lucha del pueblo brasileño y latinoamericano hacia su liberación que se hará inexorablemente frente a las difíciles decisiones y dramáticas acciones decurrentes de la crisis del capital en el país y en el mundo. ¡Por eso nuestro voto continúa por Dilma Roussef!
Esto no significa un apoyo acrítico o que nos ilusionamos con las posibilidades de conquistar los objetivos históricos de la clase obrera y del pueblo pobre en el país a través del proceso electoral y de gobiernos dentro de las reglas del capital, pero el claro análisis que frente a la correlación de fuerzas del momento histórico esta vía de lucha cumple una importancia fundamental para dar seguimiento a la lucha bajo nuevas condiciones que necesariamente están por venir.
En estos términos, nuestras consignas son:
¡Defender el pueblo brasileño!
¡Votar por Dilma Roussef!
¡Derrotar a Serra y el plan reaccionario de las oligarquías!
P.I.Bvilla
OC del PCML
Octubre de 2010